Las mujeres toman la palabra

«En un mundo donde el lenguaje y el nombrar las cosas son poder, el silencio es opresión y violencia» Adrianne Rich

En “Sobre usos y abusos de la distinción de género” María Luisa Calero (Glosa V, 1994) criticaba desde un punto de vista academicista la práctica tan extendida en los ámbitos sociales y políticos de la diferencia expresa masculino –femenino y lo tildaba de “género en estéreo” y de uso antieconómico del lenguaje. Abogando por el masculino genérico como englobador del masculino y el femenino. Pero le resultó llamativo que fueran sus colegas varones quienes la felicitaran especialmente por aquel artículo y esto la hizo ponerse en alerta.

El estudio del lenguaje que habían realizado numerosas filólogas   y la fragancia de libertad que se desprendía fueron destruyendo aquella teoría y haciéndole ver que el problema adquiría una dimensión diferente.

La incorporación de la mujer al uso público del lenguaje-afirma- que  desarrollará inevitables repercusiones en las lenguas particulares y considera de mucha trascendencia el que la mujer tome la palabra más allá de los ámbitos privados. Las voces femeninas van conquistando el espacio que les corresponde y surgen nuevos conceptos (Ej. Sororidad) y nuevas expresiones que hacen evolucionar el lenguaje y mantenerlo vivo.

Es fundamental la expresión de la experiencia vital para quien la vive, no se puede permitir que otros se erijan en portavoces de nuestros deseos, ni que hagan suyos los mensajes que solo a nosotras corresponde codificar, articular y transmitir. Es ella misma quien debe ajustar la lengua a sus necesidades expresivas.

El lenguaje ha ido formándose desde una perspectiva androcéntrica y eso lo califica como viciado o al menos deficitario. Pero las lenguas son los suficientemente dúctiles para acoger las nuevas formas que se les pueda imprimir. No se produciría ningún cataclismo por eso.

Se trata de hacernos  audibles y visibles  y en esta acción el lenguaje puede ir modificando nuestra visión del mundo ya que las lenguas configuran la percepción y un lenguaje libre de elementos sexistas puede ejercer influencia y nos puede orientar de una determinada manera.

Debemos atrevernos a tomar posesión de los espacios lingüísticos que nos corresponden.

«Del silencio al lenguaje(perspectivas desde la otra orilla)» María Luisa Calero, En masculino y en femenino, Instituto de la Mujer. Madrid 1999.

Autor: Maria Rosa Candel Tárraga

Apenas era una niña de dos o tres años cuando mi madre me incitó a ver la vida a través de unas gafas color violeta. A través de estos cristales yo he ido mirando, analizando, criticando y construyendo el mundo y las relaciones entre las personas. Estudié una carrera que se podía cursar en Albacete -Magisterio-, pero, indudablemente, aquello supuso un golpe de suerte, ejercer la labor docente es una profesión que me ha permitido enriquecerme extraordinariamente: la relación con tantas personas, todas tan interesantes, me ha aportado grandes satisfacciones en la vida. Posteriormente me he ido formando y reciclando en las materias relacionadas con la Igualdad y la Prevención de la Violencia contra las Mujeres y a lo largo de toda mi trayectoria profesional he procurado imprimir en todas mis actividades docentes la perspectiva de género. Soy profesora de personas adultas y he trabajado en muchos campos: La prevención de la Violencia de Género, la Igualdad entre mujer y hombres,el folklore, las danzas, las enseñanzas iniciales, los clubes de lectura… Siempre he enfocado el trabajo y la vida desde la perspectiva violeta. Formé parte del Seminario de Mujer de la Federación de Universidades Populares. Soy Agente de Igualdad para las mujeres-por titulación y vocación. Máster en Malos Tratos y Violencia de Género: aspectos interdisciplinares con Especialidad Educativa. Formo parte de la Comisión Transversal de Género del Ayuntamiento de Albacete y he llevado y llevo a cabo todos los programas relacionados con el género que organiza la Universidad Popular de mi ciudad. Mi labor es sencilla: apoyar a todas las mujeres del mundo. Estoy enredada en la red de sororidad, de la que habla Marcela Lagarde, desde que mi madre me puso las gafas color violeta. Toda mi vida.

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