El impulso sexual en las mujeres

En la sociedad occidental existe una creencia generalizada de que la disposición del aparato genital masculino, situado externamente, favorece un mayor impulso sexual en los hombres, sin embargo, la antropología nos muestra que hay pueblos donde precisamente por  la disposición del aparato genital femenino, interno, las mujeres tienen un mayor impulso sexual que los hombres.

El modelo de sexualidad femenina tradicional señala que la mujer tiene un bajo impulso sexual (si lo tiene) que sólo se activa bajo el empuje de un hombre. Y cuando se despierta lo hace siempre orientado por los aguijones del amor (no del deseo), manteniendo un perfil de intensidad bajo que sólo se activa cuando el compañero se empeña en ello. Aunque no se dice de un modo explícito, dicho modelo lleva implícita la idea de que la sexualidad femenina está, entonces, al servicio de la masculina (que la despierta cuando desea sentirse satisfecha) y al servicio de la especie (la orientarse exclusivamente hacia la reproducción) Este modelo está más vigente en la mente de la gente de lo que suele creerse. El 87% (casi nueve de cada diez) de la población masculina y femenina sigue creyendo en nuestros días que el impulso sexual femenino es menos intenso que el masculino; cuando desde hace varias décadas existen datos señalando que ambos impulsos sexuales son similares en intensidad general, en rapidez y fuerza de respuesta a estímulos eróticos y en necesidad de satisfacerlo. También existen datos de muestran que una parte importante de mujeres (42%) son capaces de reaccionar al sexo con mayor rapidez e intensidad que el promedio de los hombres. Dos de cada tres mujeres aseguran sentir excitación sexual espontánea y una de cada tres afirma sentirlo a diario. Algo bastante lejos del modelo tradicional (Ramos, 2002)