Tratar de ser amadas

En las sociedades occidentales se sitúa el amor conyugal en el centro de aspiración de la vida de las mujeres. En el caso de las mujeres más bien se trata de ser amadas porque amar es “algo que se nos da”, somos seres amorosos. Es un amor  diferenciado para hombres y para mujeres aunque la ideología nos hace pensar que es el mismo, que el amor es universal. Pero el amor no es idéntico ni recíproco es desigual y diferente.

Los hombres forman parte del sujeto del  “amor” como lo son de la economía, de la política, de la sexualidad, etc. En realidad construir una pareja es construir una dispareja; porque los hombres gozan de un conjunto de poderes que las mujeres no tenemos. Afirma Kate Millet que nadie llega al coito en vacío sino que llega con las diferencias socialmente construidas y enormemente normadas; tanto que podríamos afirmar que tipo de pareja estamos buscando.

Nos enamoramos por los signos que manifiesta esa persona y nosotras descodificamos. Hay una educación, una performance, una construcción de la subjetividad de cada uno de lo que significa amar, de qué se siente al amar. El amor es un desbordarse, es romper los límites y poder entrar en contacto profundo con el otro. Pero para los hombres su educación amorosa no es de romper límites ni tampoco desbordarse; es más bien contenerse.

El amor romántico plantea la pérdida de límites, la fusión con el otro, la simbiosis. Se busca una dependencia vital.  Pero, a veces, no entendemos la diferencia entre la manera que amamos y la manera en la que somos amadas.

  «El amor es como una travesía y un lugar con alguien, el anhelo de la sintonía del deseo, la palabra y la mirada, no sobre la amada o el amado, sino sobre un mundo avizorado por compartir, un camino para andar juntos y construir, crear algo mejor» Doris Lessing

Cibergrafía: “Desmontando el mito del amor romántico” Marcela Lagarde, Fuenlabrada 2013.