El Amor Romántico

El amor está construido socialmente y es reflejo y producto de una sociedad determinada, es decir, las personas se autoperciben enamoradas, basándose en los paradigmas proporcionados por la cultura.

El amor romántico es ciego:

«Y sin embargo te quiero»

Te quiero más que a mis ojos

Te quiero más que a mi vída

Más que al aire que respiro

y más que a la madre mía

Que se me paren los pulsos

si te dejo de querer

Que las campanas me doblen

si te falto alguna vez.

Eres mi vida y mi muerte,

te lo juro, compañero

No debía de quererte

no debía de quererte,

y sin embargo te quiero.

En el proceso de socialización, a través de los distintos agentes de enculturación, recibimos e interiorizamos los contenidos sobre las relaciones interpersonales, amorosas y de pareja.

El amor romántico, para toda la vida, pase lo que pase:

A tu vera

Ya pueden clavar puñales

ya pueden cruzar tijeras,

ya pueden cubrir con sal,

los ladrillos de tu puerta.

Ayer, hoy, mañana y siempre

eternamente a tu vera,

eternamente a tu vera,

a tu vera,

siempre a la verita tuya

siempre a la verita tuya

hasta  que de amor me muera.

(León/Solano)

Estos valores constituyen una transposición de los  imperantes en la sociedad patriarcal, en este caso, en lo que se refiere a las relaciones entre hombres y mujeres.

«A la lima y al limón»

La vecinita de enfrente sí, sí

a los treinta se ha casado

con un señor de cincuenta, sí, sí

que dicen que es magistrado.

Lo luce por los paseos,

lo luce por los teatros,

y va siempre por la calle

cogidita de su brazo.

Y con ironía ella tararea

el viejo estribillo que el viento se lleva:

A la lima y al limón

que ya tengo quien me quiera.

A la lima y al limón

que no me quedé soltera.

Ya mi pena se acabó,

ya mi pena se acabó

que un hombre

llamó a mi puerta sí, sí

y  conmigo se casó,

Simone de Beauvoir, (1987 [1949]. Tomo II: p 455,456), ya expresaba la subordinación y desigualdad de las mujeres cuando afirmaba que «El día en que sea posible que la mujer ame, no con su debilidad sino con su fuerza, no para escapar de sí misma sino para encontrarse, no para rebajarse sino para reafirmarse; aquel día el amor llegará a ser para ella, como para el hombre, una fuente de vida y no de peligro mortal».

Dime que me quieres

Si tú me pidieras que fuera descalza,

pidiendo limosna, descalza yo iría.

Si tú me dijeras que abriese mis venas,

un río de sangre me salpicaría.

Si tú me pidieras que al fuego me echase,

igual que madera me consumiría.

Que yo soy tu esclava y tú el absoluto

señor de mi cuerpo, mi sangre y mi vida.

Y a cambio de esto, qué bien poco es

oye lo que quiero, pedirte a mi vez:

Dime que me quieres,

dímelo por Dios.

Aunque no lo sientas,

aunque sea mentira,

pero dímelo.

En el modelo de amor romántico cabe hablar de un sujeto, el varón, y un objeto, la mujer. En la medida en que “el modelo de amor romántico que se propone a las mujeres, implica una renuncia personal, un olvido de sí mismas, una entrega total, que potencia comportamientos de dependencia y sumisión al varón”. (Bosch Fiol, 2007, p.13). No cabe hablar sino de “objeto” del amor. Abunda en este sentido, Esteban, Medina y Távora (2005, p.60) al considerar que “el amor sexual, amor romántico o pasional, por su conceptualización y por las experiencias amorosas que promueve, es parte intrínseca de la subordinación social de las mujeres”. Es notoria la relación estrecha entre la organización del amor y el ordenamiento desigual del mundo.

Cárcel de oro

Tanto decirme

 te quiero, te quiero,

yo no lo puedo aguantar.

Como un pájaro

me muero, me muero.

necesito libertad.

 Abre puertas y cerrojos

que me dé la luz del sol

que están ciegos ya mis ojos

de tinieblas y dolor.

Por mi mare yo te imploro

y te lloro,

que no pienses más en mí;

no te quiero, no te adoro,

y no sirvo pa’ viví,

en una cárcel de oro.

En contraposición, los hombres son el sujeto del amor y del eros. Ocupan el centro y, en esa posición privilegiada reciben cuidados afectivos, sexuales, eróticos y atención gratuita y entregada por parte de las mujeres. El amor para los hombres es fuente de poder, autoestima, estatus y prestigio. Mientras que para las mujeres puede significar: inestabilidad, inseguridad y  peligro. La entrega, la servidumbre, el sacrificio y la obediencia, así como la sumisión a otros, conforman la desigualdad por amor y son formas extremas de opresión.

Dime que me quieres

Si tú me pidieras que fuera descalza,

pidiendo limosna, descalza yo iría.

Si tú me dijeras que abriese mis venas,

un río de sangre me salpicaría.

Si tú me pidieras que al fuego me echase,

igual que madera me consumiría.

Que yo soy tu esclava y tú el absoluto

señor de mi cuerpo, mi sangre y mi vida.

Y a cambio de esto, que bien poco es

oye lo que quiero, pedirte a mi vez:

Dime que me quieres,

dímelo por Dios.

Aunque no lo sientas,

aunque sea mentira,

pero dímelo.

Con respecto al amor romántico, no solo debemos tener en cuenta las consideraciones científicas sobre el mismo sino que también debemos incorporar todos los mitos que funcionan como verdades universales, que están cargados de emotividad y que contribuyen a mantener la ideología del grupo social, por ello suelen ser resistentes al cambio.

Rafael Manrique, psiquiatra y profesor de la Universidad de Cantabria junto con Clara Sánchez, escritora;  dialogan sobre el amor, el matrimonio,la seducción… Programa muy interesante.

Versión española – Mujeres en el parque

Mitos del amor romántico

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Malos Tratos Psicológicos

Se habla de  violencia psicológica cuando una persona adopta una serie de actitudes y palabras destinadas a denigrar o negar la manera de ser de otra persona con el fin de someter, controlar y mantener el poder. No se trata de un desliz puntual sino de una forma de relacionarse.

La dificultad para detectar la violencia psicológica es la imprecisión de sus límites. Un mismo acto puede ser interpretado como abusivo o no dependiendo del contexto. En 2006 todavía no existía una definición consensuada de ésta porque ha sido reconocida recientemente

En este tipo de violencia existe un vínculo directo entre el comportamiento de quien agrede y el impacto emocional negativo que tiene éste  en la víctima. Hay palabras que sirven para provocar la tensión y  la inseguridad y el modo de pronunciarlas está destinado a someter a la otra persona; violencia verbal y psicológica son indisociables.

Ésta se articula en torno a varios ejes de comportamientos que constituyen microviolencias:

  • El control: gastos, relaciones sociales, pensamientos.

  • El aislamiento con el objetivo de que la vida  de la víctima se centre únicamente en el agresor, puede conducir incluso a  una desinserción.
  • Los celos patológicos que se producen a partir de un sentimiento de desvalorarización, él explica su frustración por la infidelidad de su compañera, no soporta  la alteridad, quiere poseerla y le exige presencia continua y exclusiva, ninguna explicación racional aplaca unos celos patológicos puesto que se trata de un rechazo a la realidad.
  • Repetir un mensaje hasta que se consiga la saturación de las capacidades críticas y su juicio, esta forma de violencia normalmente se produce tras una separación.
  • La denigración. Actitudes desdeñosas y palabras hirientes que lograr minar la autoestima de una persona y que le inducen a perder confianza.
  • Las humillaciones, ridiculizar, la denigración sistemática provocan una ruptura de la identidad, un desmoronamiento interior, la víctima acabará asimilando la depreciación y dejará de sentirse digna de ser amada.
  • Los actos de intimidación, se trata de una fuerza indirecta con el objetivo de provocar miedo (lanzar objetos, dar portazos).

  • La indiferencia ante las demandas afectivas, para mantener a la víctima sumida en la inseguridad.
  • Las amenazas la anticipación de un golpe provoca tanto daño en el psiquismo como el golpe mismo, esto se ve intensificado por la incertidumbre con respecto a la que se mantiene a la persona con respecto a la realidad de la amenaza. Así se mantiene el poder.

La violencia física y la psicológica están vinculadas porque la violencia física no se produce si antes no ha habido psicológica. No obstante, esta última se puede dar sola, como en el caso de la violencia perversa que  puede causar mucho sufrimiento, Muchas víctimas dicen que es la forma de violencia más difícil de soportar.

La violencia psicológica tiene por objeto mantener una dominación. Sigue un patrón de intensificación: control, celos, acoso, humillaciones, denigración. La repetición de estas situaciones produce un desgaste mental. Es negada por el agresor y así de esta manera logra conservar el poder

Recensión de «El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana»  Hirigoyen, Marie France.