Las Mujeres: Malas o Brujas

Este cuento está recogido en Vianos (Alcaraz),  un municipio de la provincia de Albacete (Castilla-La Mancha.) situado en la Sierra de Alcaraz. Es un pueblo que conserva muchas tradiciones, quizás debido a su enclave geográfico y, en gran medida, al empeño de sus habitantes.

El novio que se volvió burro (recopilado por José G. Lanciano)

Un mozo del pueblo estaba novio con una muchacha de una de las aldeas de alrededor. De la muchacha y de su madre se decía que eran brujas. Los amigos del pueblo se lo decían continuamente, pero él no hacía caso.

La madre del novio enterado por las vecinas  de que su hijo estaba novio con una bruja, se lo dijo:

–        Muchacho, no sigas novio con esa muchacha que es una bruja. Retírate ahora que estás a tiempo, retírate que te van a embrujar a ti también.

–        Madre, no sea usted tonta, que las brujas no existen, yo no creo que existan, además me dan todo lo que tienen y se portan conmigo todo lo mejor. Además, ella es muy buena.

–      Muchacho que es una bruja, tanto la madre como la hija.

–      Pues, sigo sin creerlo. Déjese de tonterías que yo me quiero casar con esa muchacha.

Pero tanto se lo decían, una y otra vez, que pensó comprobarlo por sí mismo:

–      Bueno, pues me voy a enterar, voy a comprobar si son las dos brujas o no.

Y esa noche cuando estaba en casa de su novia, como todas las noches, le dijo.

–      Pues sabes, como llueve tanto, no me voy a ir a mi casa, me quedaré aquí a pasar la noche.

La madre y la hija se miraron para sí y dijeron:

–      Vaya problema que tenemos. Esta noche se celebra una fiesta a 200 kilómetros de aquí y si se queda en la casa y ve que nos vamos, nos descubrirá.

Acuerdan entre las dos esperar a que se duerma y entonces marcharse.

El novio se acostó y haciéndose el dormido empezó a roncar. Entonces, ellas se acercaron a la chimenea, se desnudaron y sacaron unos ungüentos de debajo de un ladrillo que había en el humero, y se echaron por todo el cuerpo. El novio, que las estaba viendo, pudo comprobar como lo hacían. Después cogiendo una escoba y subiéndose encima de ella, dijeron:

–      Guía, guía, sin Dios y sin Santa María; e inmediatamente salieron volando por la chimenea.

Y el novio que quería saber dónde iban para espiarlas mejor, se levantó de la cama y fue a coger los ungüentos pero como había muchos, se equivocó y se echó uno que no era y cuando dijo las palabras:

–      Guía, guía, sin Dios y sin Santa María. Plaff, quedó convertido en burro.

Y aunque él seguía pensando como un hombre no podía hablar, ni salir de la casa, ni nada. Y allí estuvo hasta que las brujas volvieron.

Cuando vinieron las dos de regreso de la fiesta se encontraron con el burro en medio de la cocina. Inmediatamente se dieron cuenta de que era el novio que al echarse el ungüento que estaba fuera se había equivocado y convertido en burro.

–      Pues ya está listo, hasta que no coma una flor de Alejandría no se volverá otra vez hombre, dijo la madre.

–      ¿Qué vamos a hacer con él, dijo la hija.

Y ya viendo que no lo podían convertir en hombre, lo vendieron a unos arrieros que pasaron por allí.

Los arrieros lo cargaron como a los demás burros y él, que aunque parecía un burro era un hombre, sufrió muchísimo, no podía apenas cargar con lo que le echaban a las espaldas, todas las patas las llevaba echando sangre . Además, siempre que se caía, los arrieros le pegaban buena “pasá” de palos. Luego, estos lo vendieron a unos ajorraores, y sí mucho sufría con los arrieros, más sufrió subiendo y bajando pinos por esos montes.

Los ajorraores lo vendieron a otros, y estos a otros, hasta que pasado el tiempo y cambiando de amo continuamente, llegó a manos de un molinero, que iba de casa en casa repartiendo costales de harina que llevaba desde el molino. Una mañana cuando fue a llevar una carga de harina casa de unos señores muy ricos y estando atado a  la  puerta del jardín, vio que allí se encontraba el remedio para su curación: la flor de Alejandría. Su amo lo había dejado atado y apenas daba unos pasos cuando la cuerda que tenía atada al cuello le apretaba hasta casi ahogarlo. Pero su única posibilidad de salvación, estaba en aquella flor, por eso dando un tirón con todas sus fuerzas rompió la cuerda con la que estaba atado. Saltó dentro del jardín y de un bocado arrancó la flor de Alejandría. Al momento quedó convertido en persona y por ropa sólo tenía los aparejos que su amo le había puesto.

Cuando salió el molinero y las dueñas de la casa, se quedaron asombradísimas de ver aquel hombre desnudo en medio del jardín. Y el hombre, tapándose sus vergüenzas les contó su caso para que le creyeran y les enseñó las herraduras que todavía llevaba puestas en las manos y en los pies.

–      Las mujeres son brujas.

“De la muchacha y de su madre se decía que eran brujas”

–      Los mozos son listos, se dan cuenta.

            “los amigos del pueblo se lo decían”

–      El novio la quiere, pero desconfía.

sigo sin creerlo

  “voy a comprobar si son las dos brujas o no”

–      La madre del novio ejerce de mala  suegra.

“que es una bruja, tanto la madre como la hija”

–      El novio era listo, urdió una estratagema para averiguarlo.

 “haciéndose el dormido empezó a roncar”

–      Los hombres no tienen curiosidad, espían por un fin.

     “que quería saber dónde iban para espiarlas mejor”

–      Tenían poderes, pero finitos.

   “viendo que no lo podían convertir en hombre, lo vendieron”.

–      Los hombres consiguen salir de las dificultades sin ayuda de nadie, sólo de sí mismos.

“dando un tirón con todas sus fuerzas rompió la cuerda”

–  Tiene pruebas para demostrarlo; tienes razones.

les enseñó las herraduras”

Los hombres son fuertes e inteligentes las mujeres malas o brujas, ¿ los atributos son intercambiables?

Cuento de las gallinas (Bogarra)

Había una vez un matrimonio de ancianos que vivía en un cortijo y no tenían nada para comer. La abuela, que era muy bruja, le dijo al marido:

–      Aparéjame la burra,  que voy al pueblo.

El marido le echa las aguaeras en lo alto de la burra, y se va al pueblo, pues la vieja sabía que allí vivía una señorona muy rica que tenía un majo.

Cuando llega al pueblo, se presenta en la casa de la señorita y dice:

–      Buenos días, señorita.

–      Buenos días “aguelica” ¿qué le trae por aquí?

–      Pos mire uste, que no tenemos pa comer.

–      Pasé usté pa dentro que algo habrá.

Al pasar por el corral, la abuela vio el gallinero y le dijo:

–      Si las gallinas hablaran, buen entretenimiento tendría usted.

–      Dice la señorita:

–      Calle usted abuelica, ¿cómo van a hablar las gallinas?

–      Pos si señorita, que yo tengo gracia para enseñarles.

Agradecida la señora, le llenó las aguaeras de comida y dinero y le dio 3 gallinas y el gallo para que les enseñase.

Cuando llegó a casa lo primero que hizo fue matar el gallo y después la gallina, cuando ya no tenían más comida, le dijo al marido:

–      Aparéjame la burra,  que voy al pueblo.

Al llegar casa de la señorita, ésta le pregunta:

–      Qué ¿cómo van las gallinas?

–      Pos mire usté, van a ser muy listas, ya van aprendiendo.

Le echa otra poca comida, le da más gallinas y se vuelve al cortijo. Se las comen y cuando ya no les queda nada:

–      Aparéjame la burra,  que voy al pueblo.

Al verla, la señora le pregunta por las gallinas.

–      ¿Qué, cómo van las gallinas?

–      Pos, mire usté, van a ser muy listas y se va a entretener mucho con ellas.

La señora le da las últimas gallinas que le quedaban y al poco tiempo hace otra vez lo mismo; al llegar casa dela señorita, cuando ésta le pregunta por las gallinas dice:

–      Son muy listas pero muy malas.

–      ¿Se acuerda usté de la negrita, esa dice: mi ama tiene un majo.

–      La moñonceta replica: y entra por la puerta del corral.

–      La tarailla responde: se llama Andrés.

–      Y el gallo como es tan brujo, se sube al tejado y  dice: ¡y que verdad que es, y que verdad que es¡

Replica la señorita:

–      Cómase primero al gallo y luego a las gallinas que están embrujadas, y no se lo cuente usted a nadie.

Una vez dicho esto, le llenó las aguaeras de comida y dinero para que no volviese nunca más.

 

La Azuela (Bogarra)

Un matrimonio que vivía en un cortijo tenía una hija que no tenía novio y cerca de allí vivía un vecino que también era soltero. Un día que nevó, el vecino vino a pasar el rato casa de este matrimonio y estando alrededor del fuego, el padre dice:

–      Hija, súbete un puchero de vino.

La muchacha baja a la bodega  y allí ve colgada en el techo una azuela y de momento piensa: madre mía, me casaré con este muchacho, tendré un hijico, bajará la bodega y se le caerá la azuela y lo matará. Y salió gritando: hijico mío, hijico mío. Viendo la madre que tardaba tanto, baja  a la bodega y al verla llorando dice:

–      ¿qué pasa? preguntó la madre.

–      Estaba pensando que me casaré con ese muchacho, tendré un hijico, bajará por vino a la bodega y se le caerá la azuela y lo matará.

–      Dice su madre gritando: nieto mío, nieto mío.

–      Hijo mío, hijo mío…y venga a llorar.

Viendo que no subían, el marido baja y ve a las dos llorando y dice

–      ¿Qué os pasa?

–      Que estábamos pensando que nuestra hija se casaría con este muchacho, tendría un hiico, bajaría a por vino a la bodega, se caería la azuela y lo mataría, responden.

–      Nieto mío, nieto mío, se lamenta el padre.

El muchacho viendo que no subían y oyendo los gritos y lamentos, baja  a la bodega y al preguntar qué sucede, le responden.

–      Que estábamos pensando que te casarías con nuestra hija, tendrás un hijo., bajará por vino a la bodega y se le caería la azuela y lo mataría. Y siguieron gritando:

– Nieto mío, nieto mío, hijo mío, hijo mío.

El muchacho salió corriendo de allí  y no volvió nunca más, al ver la exageración ante algo que no había pensado nunca: que era casarse con la muchacha.

 

 

 

2 opiniones en “Las Mujeres: Malas o Brujas”

  1. Me interesa muchísimo este cuentecillo de la Azuela. ¿Se tiene constancia de alguna documentación escrita o que sea conocido también en otros pueblos? ¿Quién fue el informante de esta curiosa historia? Gracias.

    El cuento de la azuela es conocido en muchos pueblos de la provincia e incluso hay un dicho relacionado con el mismo que alude a la exageración «mira que si se te cae la azuela».Este cuento lo recogí en Bogarra (Albacete) a una señora muy mayor, Annelia, era un pozo de sabiduría.

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