La palabra en las mujeres.

Afirma A. Martín Casares en «Cultura, mitos y estereotipos sexuales» que las mujeres se han considerado tradicionalmente como «parlanchinas» porque no han sido comparadas con respecto a los hombres en su capacidad de comunicación sino con respecto al silencio.

El modelo de mujer parlanchina está ampliamente documentado en los escritores de la España renacentista y aún se mantiene en nuestro días. A pesar de que las evidencias etnográficas muestran que los hombres no solo hablan mas que las mujeres sino que interrumpen mucho mas.

Entiendo que las relaciones entre hombres y mujeres donde el hombre no escucha y no respeta la palabra de estas, es otra forma de dominación patriarcal adquirida en el proceso de socialización. Los atributos de lo masculino y lo femenino nos condicionan para establecer relaciones igualitarias en donde la actitud en las conversaciones debe ser la escucha activa.

A los niños se los educa con la idea de que son más importantes que las niñas, que son capaces de razonar con mayor objetividad y en colegios, guarderías e instituciones educativas son el centro de atención en detrimento de las niñas. Así aprenden que lo que dicen es muy importante y merece ser escuchado y, normalmente, cuando son adultos tienden a reproducir estos monólogos.