Durante mucho tiempo hemos aceptado que las mujeres (que todas las hembras) tienen instinto maternal; es decir, que cuando una mujer es madre, dentro de su propia naturaleza encuentra las respuestas a su nueva condición. Esta teoría descartada por la etología, hay hembras que no participan de los cuidados de la prole, pervive en nuestra cultura y aquellas madres que no se ocupan del cuidado de su descendencia, se consideran madres desnaturalizadas.
Los “fallos” del instinto maternal se observan en todas las épocas, así E. Badinter en el Prefacio de su libro “Existe el amor maternal?” Se pregunta si hay que considerar anormales a esas madres que el siglo XVIII, en Francia, ignoran ese instinto y abandonan a sus bebés y afirma que contrariamente a las ideas que hemos recibido tal vez no esté profundamente inscrito en la naturaleza femenina. Si observamos la evolución de las actitudes maternales comprobamos que el interés y la dedicación se manifiestan o no […] las diferentes maneras de expresar el amor maternal van del más al menos, pasando por nada o casi nada.
Incluso cuando hayamos abandonado el instinto por el amor, amor maternal, lo dotamos de las mismas cualidades que aquel, es decir, lo naturalizamos. Pero el amor maternal es sólo un sentimiento humano. Y como todo sentimiento, incierto frágil e imperfecto.
Autor: Maria Rosa Candel Tárraga
Apenas era una niña de dos o tres años cuando mi madre me incitó a ver la vida a través de unas gafas color violeta. A través de estos cristales yo he ido mirando, analizando, criticando y construyendo el mundo y las relaciones entre las personas.
Estudié una carrera que se podía cursar en Albacete -Magisterio-, pero, indudablemente, aquello supuso un golpe de suerte, ejercer la labor docente es una profesión que me ha permitido enriquecerme extraordinariamente: la relación con tantas personas, todas tan interesantes, me ha aportado grandes satisfacciones en la vida. Posteriormente me he ido formando y reciclando en las materias relacionadas con la Igualdad y la Prevención de la Violencia contra las Mujeres y a lo largo de toda mi trayectoria profesional he procurado imprimir en todas mis actividades docentes la perspectiva de género.
Soy profesora de personas adultas y he trabajado en muchos campos: La prevención de la Violencia de Género, la Igualdad entre mujer y hombres,el folklore, las danzas, las enseñanzas iniciales, los clubes de lectura… Siempre he enfocado el trabajo y la vida desde la perspectiva violeta. Formé parte del Seminario de Mujer de la Federación de Universidades Populares.
Soy Agente de Igualdad para las mujeres-por titulación y vocación. Máster en Malos Tratos y Violencia de Género: aspectos interdisciplinares con Especialidad Educativa. Formo parte de la Comisión Transversal de Género del Ayuntamiento de Albacete y he llevado y llevo a cabo todos los programas relacionados con el género que organiza la Universidad Popular de mi ciudad.
Mi labor es sencilla: apoyar a todas las mujeres del mundo.
Estoy enredada en la red de sororidad, de la que habla Marcela Lagarde, desde que mi madre me puso las gafas color violeta. Toda mi vida.
Lee todas las entradas de Maria Rosa Candel Tárraga