Una mujer, cualquier mujer que te puedes encontrar en el mercado, al entrar en un ascensor o al doblar la esquina de cualquier calle puede llevar tatuado en sus entrañas, impreso en su cerebro, mensajes como; eres una zorra, histérica, prepotente, facilona, puta, sin mí no eres nada, no seas bruta, quítate ahora mismo la pintura, contrólate, no te pongas esa ropa si no vas conmigo, te quiero por eso te protejo, me miras así para ponerme nervioso, deja de quejarte, siempre molestando…este es el día a día de una mujer víctima de violencia de género y es así como la ha vestido Ester Gandía Martínez en su instalación “Toda una vida” que forma parte de la exposición “ Mujeres en el arte. Amalia Avia” del Instituto de la Mujer de Castilla La Mancha y que actualmente se puede visitar en el Museo de Albacete.
Esta obra es una representación sobre la violencia de género psicológica aunque lo más probable es que algunos de estos dañinos mensajes vayan acompañados de algún empujón, pellizco o puñetazo con lo que el maltrato también físico, es global, se intenta denigrar a la persona en su integridad. Además, si el maltrato permanece en el tiempo sus efectos son o pueden ser similares a los que sufre un prisionero en un campo de concentración. Afirma Marie-France Hirigoyen psiquiatra, psicoanalista y psicoterapeuta de familia especializada en la terapia del acoso moral o acoso psicológico; que los efectos son devastadores y se precisa profesional experto para poder salir de esta situación.
La instalación plena de creatividad al tiempo que de conocimiento sobre la materia de la que se trata, está impregnada de realidad: así es la vida de una mujer víctima del maltrato. Sin embargo, no se queda en el pozo del sufrimiento sino que avanza hacía su liberación e independencia y se desnuda de toda violencia y por mucho que cueste lo conseguirá para ello se precisa de una reflexión particular y, por supuesto, tratamiento y ayuda especializada.

Imagen de La Tribuna de Albacete.