El día 8 de marzo se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”. La necesidad de esta efeméride viene determinada por los diferentes ámbitos tanto del mundo laboral, doméstico y de cuidado, como del poder y el empoderamiento; en los que las féminas sufren discriminación y desigualdad. Recientemente Ignacio Bosque, ponente de la Nueva Gramática de la Lengua Española y académico de la Real Academia de la Lengua, ha publicado un trabajo “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” en el que se analizan nueve guías que ofrecen recomendaciones sobre utilización de un lenguaje no sexista y que han sido publicadas por comunidades autónomas, sindicatos y universidades. Bosque afirma que la mayor parte de éstas han sido escritas sin la participación de los lingüistas puesto que es a ellos a quien corresponde determinar si los usos verbales son sexistas o no; aunque, por otra parte, considera que no es una ilegalidad el elaborar esas guías, si debían haber consultado sus puntos de vista, apunta. El estudio ha sido ampliamente divulgado y contestado desde distintos estamentos y diversos puntos de vista, pero los medios de comunicación, en general, no han reparado en otros aspectos que contempla el trabajo y que reflejan la situación de la mujer en la sociedad actual.
El académico parte de premisas a las que denomina “verdaderas”: la primera es que las féminas están discriminadas. Este hecho es constatable por las alarmantes cifras de la violencia doméstica, la RAE la denomina así. Celia Amorós, Catedrática de Filosofía Moral y Política, considera que éste término “violencia doméstica” es una “chapuza conceptual” porque invisibiliza el carácter estructural de la violencia contra las mujeres, de género, ya que ni toda agresión se produce en el ámbito doméstico, ni todas las agresiones que se producen en este ámbito, tiene como víctimas a las mujeres. Lo doméstico despolitiza el término y le resta importancia puesto que es lo personal, lo íntimo, lo privado. Nada más lejos de lo privado que la violencia contra las mujeres y los malos tratos ya que no son un problema de quienes lo padecen, ni se debe quedar encerrados entre las cuatro paredes de una casa, no se trata de “crímenes pasionales” sino que es un problema social y político que hay que erradicar.
Otras de las premisas verdaderas de las que parte es la discriminación que padecen las mujeres en el mundo laboral. Una fémina, en la Unión Europea, tiene que trabajar cada año 54 días más que un hombre para ganar lo mismo, motivo por el que la fecha del 22 de febrero fue elegida como Día Europeo para la Igualdad Salarial entre Hombres y Mujeres.
Son ellas, por lo general, quienes sufren acoso sexual así como diferencias en el trato personal en el trabajo y en el grado de capacitación profesional exigible en la práctica. Apunta el académico que hay una desigual distribución de las tareas domésticas, ellos realizan un tercio del trabajo que hacen ellas, también son las mujeres quienes se ocupan de las personas menores o dependientes. La publicidad sigue utilizando su cuerpo como un objeto y perviven muchas situaciones de discriminación y desigualdad .El corolario de estas premisas es que aquel considera necesario extender la igualdad social de hombres y mujeres en la sociedad y lograr que la presencia de éstas se visibilice.
No incluye la desigualdad existente en el reparto de poder, un ejemplo es que las parlamentarias no han aumentado desde 2004, muy al contrario, han disminuido en una, ahora son 124, con un porcentaje que no llega al 36%, con lo que no se cumple lo establecido por la ley de igualdad: ni más de 60 %, ni menos de 40% de representación para cada sexo.
Esas premisas “verdaderas” de las que parte y que, por cierto, él como lingüista, si se encuentra capacitado para exponer en su estudio; he intentado ilustrarlas con datos y cifras que nos presentan un panorama de desequilibrio, desigualdad y discriminación.
Bosque apunta que “existe discrepancia entre las mujeres acerca de cuáles son exactamente las medidas que evitarían la discriminación”. Es muy descabellado que pretenda que haya unanimidad en esto, sería comparable con que pidiera que entre todas las personas no hubiera discrepancias en cuáles serían las medidas adecuadas contra la crisis económica; o que no las hubiera entre las personas amantes de fútbol a la hora de elaborar una lista para la selección española. Por supuesto que hay discrepancias, incluso entre las feministas, porque el movimiento feminista no está jerarquizado, hay muchas tendencias y sensibilidades, afortunadamente; aunque el objetivo sea el mismo, conseguir la igualdad entre todos los seres humanos.
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